Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): El Sr. Moreno Rodríguez recordará que yo iba haciendo una relación de desmanes cometidos en algunos puntos; y como aquélla mañana misma en que yo me ocupaba de estos había recibido un despacho telegráfico dándome noticias de desagradables sucesos ocurridos en Arcos de la Frontera, en aquel instante me acordé de aquel parte y lo agregué a la relación de sucesos de que iba haciendo mérito al contestar a la interpelación del Sr. Serraclara. Y al concluir con lo que había ocurrido en Arcos de la Frontera decía yo: "así es como muchas personas honradas abandonan sus poblaciones para ira a buscar en otras la tranquilidad que en las suyas no tienen;" pero no me refería a Arcos de la Frontera precisamente, sino a otras poblaciones donde se alteraba la tranquilidad con gritos y alarmas que es necesario que es necesario evitar en todas partes. Después, cuando S.S. me hizo una pregunta sobre los indicados sucesos, le contesté que no habían tenido importancia ninguna, porque se habían traducido por una borrachera. A consecuencia no sé si de los días del alcalde o por otro motivo, parece que esta autoridad popular, que es republicana federal, había convidado a sus amigos, y les habían convidado con tal exceso por lo visto, que el convite se les subió a las cabezas y prorrumpieron en gritos de mueran los monárquicos y mueran los ricos. Como semejante proceder se explicó después por una borrachera, le juez ha hecho bien, todos han hecho bien en no envolver en diligencias judiciales a aquellas gentes, que aunque perturbadas por los vapores del convite, no hicieron daño material ninguno; pero es la verdad que en Arcos de Frontera el día que he dicho hubo lo que acabo de manifestar, y lo que oportunamente y con verdad referí, lo cual no abona mucho a favor de la tranquilidad de aquel pueblo.

Por lo demás, ya sabe también S.S. que en otros pueblos han ocurrido sucesos desagradables, y que después no se ha hecho sobre ellos nada judicialmente, porque se ha creído que debían tenerse contemplaciones con gentes que, más por ignorancia que por mala intención, hacían cosas que no querían hacer.

No sé, por qué, el Sr. Moreno vuelve a traer este asunto al debate, pues en último resultado las verdades que en Arcos de la Frontera no se disfruta de toda la tranquilidad que debe disfrutarse y que en otras épocas se ha disfrutado; y yo deseo que en tiempos de libertad haya tanto orden, tanta tranquilidad y tanto sosiego en los pueblos como en tiempos el absolutismo, no vayan creyendo las gentes que no es posible la libertad en España.